¿Cuál es la mejor metodología para enseñar idiomas?
Hace unos días veía por enésima vez un TED Talk de Ken Robinson donde aseguraba que aquellos asistentes que tuvieran dos o más hijos, admitirían que dichos niños eran totalmente diferentes entre si. Desde luego, es cierto. Por mucho que se parezcan siempre puede haber pequeñas o grandes diferencias entre ellos.
De igual forma, imagina si no son diferentes dos alumnos, uno de cada esquina del mundo, con idiomas maternos o edades diferentes, con culturas dispares. Y aun así, queremos encontrar el método de enseñanza perfecto que sirva para todos. Evidentemente esto es imposible.
Lo que en realidad buscamos, a veces sin darnos cuenta, es el método perfecto para nosotros mismos: los profesores. Aquél que nos permita, con el mínimo esfuerzo, poder preparar la misma clase para decenas de alumnos que pueden tener formas de aprender absolutamente opuestas. Y esto no puede terminar bien de ninguna forma.
Si insistimos en usar la misma metodología para cada estudiante, lo que conseguiremos es, en el mejor de los casos, que una mayoría consiga adquirir el idioma con facilidad y que una minoría no lo consiga tan fácilmente o, simplemente, abandone sus estudios.
Muchos profesores hemos aprendido a enseñar idiomas en centros educativos donde la metodología era impuesta por la dirección o con libros de similar apariencia y muy parecida forma de ser usados. Esto en sí mismo no es necesariamente malo. A veces, es mejor tener un solo método bien adquirido, que saber un montón de metodologías que va a provocar que, realmente, no sepamos mucho de ninguna de ellas y que por tanto no las consigamos aplicar de manera eficiente.
Sin embargo, si realmente nos preocupa no solo recibir unos ingresos sino que el estudiante aprenda el idioma, tendremos que estar muy atentos a las formas en que cada alumno tiene de aprender las cosas.
Son varios los métodos usados históricamente para enseñar idiomas. Cada uno ha tenido su época y pueden ser mejores o peores para cada tipo de alumnos. Vamos a ver unos pocos métodos:
Método de gramática y traducción. Este ha sido tradicionalmente el método usado para aprender las lenguas clásicas (latín y griego). Consiste básicamente en aprender las reglas gramaticales del idioma y traducir textos. Hoy en día no es normal que se use para enseñar un idioma moderno. Sin embargo, en parte, es similar al método escogido, sin saberlo, por algunas personas que aprenden un idioma únicamente escuchando canciones y traduciendo sus letras.
Método directo o natural. Es aquel donde el aprendizaje se hace a través de la comunicación oral directa. Es, si se piensa bien, el método que usamos cuando somos niños para aprender el idioma materno. Hablamos, escuchamos, erramos, repetimos, no aprendemos gramática sino que la intuimos o la deducimos, y al final terminamos hablando el idioma correctamente.
Método audio-lingual. Está basado en la repetición de palabras, frases o diálogos. El alumnos aprende, de esta forma, a hablar y escuchar, dejando para cuando los conocimientos están adquiridos, las habilidades de leer o escribir. No se estudia gramática ya que se da por hecho que se aprende de forma natural.
Enfoque comunicativo. Más que una metodología, es una forma de ver el aprendizaje. Parte de la idea de que el idioma es usado, básicamente, para la comunicación entre personas y el objetivo es, por tanto, mejorar todos los aspectos incluidos en esta comunicación. Se da importancia a todas las habilidades y la gramática también ocupa lugar en el proceso de enseñanza. Es un método que pone especial énfasis en la interacción y en el uso de la lengua en situaciones reales.
Aunque el método más usado hoy en día es el enfoque comunicativo, no se puede desechar ningún sistema, ya que cada uno puede ser bueno para aprender diferentes conceptos o incluso diferentes idiomas. También cada alumno se puede sentir más cómodo con una u otra forma de aprender. No es lo mismo, por ejemplo, enseñar vocabulario de español a un alumno italiano que a uno chino. El primero puede aprenderlo simplemente escuchando hablar al profesor, casi sin necesidad de estudiar, mientras que el segundo necesita tiempo para comprender la grafía de la palabra, la pronunciación correcta y repetir mil veces lo que quiere aprender.
Por otra parte, muchas veces el propio alumno sabe cómo aprende mejor las cosas. A mí por ejemplo, me resulta imposible como estudiante de idiomas, aprender con canciones. Si la canción es mala, no presto atención, si la canción es buena, presto más atención a la melodía que a la letra. Los estudiantes, a veces, conocen bien lo que pueden y no pueden hacer.
En conclusión, no es malo especializarse en un método, pero sin olvidar que cada alumno y situación es totalmente diferente. Mi consejo definitivo es que conozcas los diferentes métodos que puedes usar y después los olvides para centrarte en las características particulares de cada alumno. Difícil, ¿no?